Si sois fieles oyentes de Caviar Online ya sabréis mis gustos musicales. Muy alejados de los de mi buen amigo Joan Martín. Y una de las razones por las que debatimos tanto de música con él es porque creo que ya no hay músicos como los de antes. Los grandes ídolos de hoy en día, basados la mayoría en el reggaeton, distan mucho de los MÚSICOS (así, en mayúsculas) del siglo pasado.

Músicos que son artistas en toda su complejidad. Que les avala una larga carrera profesional más allá de un simple hit de verano. Que para conseguir estar en la cima durante tantos años deben tener una personalidad y una capacidad de liderazgo enorme.

Y a veces, tenemos la ocasión de descifrar cómo ejercen ese liderazgo desde el escenario si nos paramos a mirar un concierto desde un punto de vista más allá del musical.

Un ejemplo clarísimo es el del gran Bruce Springsteen. Creo que no hace falta presentación, pero he dejado el nombre linkado a una biografía por si hay alguien que viene de otro planeta y no ha tenido la suerte de haberlo descubierto.

Nos situamos en Leipzig, Alemania. Es el 7 de julio de 2013 y Bruce está dando un concierto de su gira Wrecking Ball Tour ante miles de espectadores. En un momento concreto uno de ellos le hace llegar un cartel con las palabras «You Never Can Tell». Una canción que no es suya ni toca habitualmente. Pero ¿quién no conoce este éxito de Chuck Berry? Lo compuso a principios de los 60 mientras estuvo en prisión por violar la Ley Mann. Esta ley se aplicaba sobre todo a delitos sexuales con menores. Berry fue cazado llevando de México a Saint Louis a una joven de 14 años con «propósitos inmorales». La joven apache le había dicho que tenía 21 años. Y seguramente eso le inspiró a crear esta canción que dice «C’est la vie, say the old folks, it goes to show you never can tell«. Algo así como «Así es la vida, dicen los viejos, lo que viene a mostrarnos que nunca sabes qué puede pasar». Pero sin duda la canción gozó de su máxima popularidad en los 90 cuando Quentin Tarantino decidió añadirla a la banda sonora de su película Pulp Fiction y en una escena mítica con John Travolta y Uma Thurman.

Bueno, volvamos a Leipzig. Cuando Bruce ve el cartel, sonríe, mira a la banda y dice que no ha tocado esa canción desde que tenía más o menos 16 años, pero «vamos a ver qué tal sale». Y ahí empieza una lección de liderazgo espectacular. Hay que saber que la banda que acompaña a Bruce desde 1973 es la E Street Band, con Steven Van Zandt a la cabeza.

En ese momento en que el líder decide que van a tocar esa canción, todo el mundo lo observa. Están dispuestos a seguirle, porque se ha ganado el respeto y la credibilidad del resto del grupo. Y Bruce prueba primero de encontrar el tono. Primero demasiado alto. Luego parece haberlo encontrado. Pero consulta con Steven «este es bueno, no?». Steven pone mala cara. Le niega con la cabeza: «demasiado alto». Bruce insiste «está muy bien». E insiste, pero Steven también en la negativa. Le está diciendo al jefe delante de miles de personas que no está eligiendo bien. Y Bruce a pesar de su creencia inicial, le hace caso finalmente y reconoce «igual he sido demasiado ambicioso». Cambia de guitarra. Ahora sí, ese es el tono adecuado. Sigamos.

Vamos al resto de la banda. Los vientos. Les indica lo que deben hacer con una sonrisa y les reta a hacerlo. Motivación más desafío. ¿Sois capaces? Probad, les dice. Perfecto.

Luego al público. Necesitamos la complicidad de las miles de personas que están de espectadores. Vais a ayudarnos, les comenta a ellos. Y en menos de tres minutos ya lo tiene todo listo. Todos con fe ciega al líder.

Un, dos, tres… y acción. Empieza la canción con una coordinación perfecta, una puesta en escena espectacular y un resultado histórico. No son los tres minutos de preparación. Son los años de carrera, de liderazgo y de admiración que se ha ganado.

Pero su liderazgo no termina aquí. Cuando todos los espectadores están enloqueciendo, es el momento de repartir juego y méritos. Primero al pianista. Después el trombón, la trompeta, el saxofón, otra trompeta. Cada uno con su solo, con su minuto de gloria. Repartir los éxitos. Y ahora todos de golpe. Y él, liderando. Mandando. Llamando a cada uno por su nombre. Casi como un director de orquesta.

Evidentemente para hacer lo que hacen se necesita talento, mucho talento. El de Bruce y el de la E Street Band. Pero también liderazgo. Que te sigan. Y eso se gana, no se impone. Bruce Springsteen es uno de los mejores artistas de la historia de la música. Y viendo este vídeo se entiende por qué.

Aceptar retos, afrontarlos con todo tu equipo, confiar en ellos, escucharles, motivarles, liderarles y compartir el éxito y el reconocimiento. Bruce nos da una lección de liderazgo increíble. Porque el éxito, no es casualidad.

Dadle al play y disfrutad.