Hoy sigo con los sesgos, porque me parecen interesantes de conocer y controlar, en la medida que podamos, para no modificar la realidad que se nos presenta y tomar la mejor decisión posible.
Los sesgos son inconscientes, involuntarios, rápidos y nos condicionan.
Por ejemplo, hablemos del sesgo de creencia. Esta distorsión de la realidad nos hace juzgar la fuerza de una teoría por la plausibilidad de la conclusión, no por el argumento de este (aunque sea incorrecto).
Unos factores que alteran este sesgo son, sin duda, las emociones, las cuales pueden potenciarlo o atenuarlo. También las creencias religiosas, la edad, la memoria operativa, la capacidad cognitiva e incluso la imagen del emisor pueden afectar.
Además, en muchas ocasiones solo entramos a valorar y estudiar el argumento si no estamos de acuerdo con la conclusión, con el único objetivo de demostrar que el argumentario es incorrecto y validar aquello que pensábamos anteriormente. Creando, si fuera necesario, representaciones mentales alternativas que intentan refutarlo.
Rápidamente, seguro que te ha venido a la mente una estructura clara y pública de conclusiones cortas y concisas: ¡Los titulares de las noticias! ¡Los tuits! ¡Los clickbaits!
Los medios de comunicación y las redes sociales utilizan este sesgo para ganar audiencia, viralidad, notoriedad e informar/desinformar a los lectores. Pequeñas porciones de información que en «el peor de los casos» ofrecen conclusiones poco acertadas para que quieras ver el argumento, es decir, entrar en la noticia para desmentir el titular y ellos ganar un clic.
En “el mejor de los casos”, entraremos en un titular que estamos de acuerdo para ganar conocimiento y argumentos para confirmarnos a nosotros mismos y ganar la guerra dialéctica con nuestro cuñado, amigo, compañero de trabajo o tuitero que quiera estar en contra de nuestros pensamientos.
Pero también afecta a la burbuja 2.0 de nuestros perfiles sociales, en los cuales seguimos a aquellas personas que ofrecen contenido resumido que es capaz de sintetizar y corroborar nuestros pensamientos. Si estamos de acuerdo con la idea de los 280 caracteres… ¿para qué buscar cómo se ha llegado a ese tuit?
Pero no siempre se parte de una aceptada conclusión para obviar u menospreciar unos argumentos, también podemos atacar por los silogismos, a dos argumentos correctos le otorgamos plausibilidad a la conclusión sin rechistar:
- Los pájaros tienes alas
- Los aviones tienen alas
- “Los pájaros son aviones”
Parece obvio que venimos condicionados de casa cuando entramos a valorar la realidad que se nos presenta, somos humanos e imperfectos, pero con el conocimiento de nuestras conductas podemos mitigar aquello imperceptible que modifica nuestros actos.
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