Hace unos días os contaba el paralelismo que veía entre el marketing y una serie tan de moda como la Casa de Papel. Y terminaba el post hablando de que conseguían que el espectador lograra empatizar con los malos, los atracadores, en lugar de hacerlo con la policía, que a priori, deberían ser los buenos. Digo a priori porque la serie ya se encarga de matizarlo con algunos maltratos, pero eso no hace mejores a unos atracadores con rehenes. ¿O sí?
Del cine o la televisión, podemos sacar grandes lecciones de marketing. Y una de las que más me apasiona es la del Storytelling perfecto. En el fondo nos están vendiendo un producto. En este caso una banda de atracadores. Si les cogemos cariño, luego les perdonaremos algunos defectos o errores que puedan cometer. La esencia de esta técnica consiste en enseñarnos su lado más humano. Porque en el fondo por muy malos que sean, tienen familia, se enamoran, también sufren, y un pasado que muchas veces puede justificar porqué han llegado a esta situación desesperada, en este caso, de cometer un atraco.
Y nosotros deberíamos hacer lo mismo con nuestro producto o nuestra marca. Si conseguimos contar de dónde venimos, porqué tomamos una u otra decisión, en definitiva: si logramos humanizar la marca, sin duda lograremos empatizar con el cliente o receptor. El relato lo es todo. No podemos pensar que les caigamos bien o les guste lo que le vendemos sin apenas conocernos. Y para que nos conozcan, sobre todo, no hace falta contar que somos los más mejores del mundo mundial. No, precisamente, contemos que somos humanos, que hubo un día que nos equivocamos, que tenemos sentimientos, que hay un esfuerzo y una voluntad detrás. Busquemos esa empatía.
Pero no de cualquier manera. Sino con un buen relato, con un storytelling pensado y contrastado. Porque esta parte es esencial. En el cine se pueden permitir toda la invención que consideren, pero en nuestro producto y sobre todo en nuestra marca debemos alejarnos totalmente de la mentira. Importantísimo no basar nuestra historia en falsedades. Evidentemente nos podemos permitir alguna licencia, y esconder aquello que no queramos que se sepa, pero nunca cimentarlo desde la mentira. Porque ya sabéis que se pilla antes a un mentiroso que a un cojo, pero hoy en día, en el mundo globalizado y online, todavía mucho más, porque las mentiras tienen las patitas muy cortas.
Y a partir de aquí: ¡hacia adelante! ¡Sin miedos! Si la historia es potente, seréis capaces de lograr cualquier cosa. Porque a los hechos me remito. En el cine se ha logrado que la auténtica mafia que cometió multitud de crímenes y delitos, se haya convertido en una historia de arte y sientas lástima cuando Marlon Brando en la piel de Vito Corleone se muere jugando en el jardín de su casa con su nieto. Porque el Padrino está inspirado en la auténtica mafia de los años 20 de Nueva York, pero en lugar de llamarse Corleone, Tattaglia, Barzini, Cuneo y Stracci se llamaban Gambino, Bonanno, Colombo, Genovese y Lucchese. Por cierto, para los amantes de la saga, os sonará la historia del cantante Johnny Fontaine, protegido por la mafia y que, de hecho para que le den un papel en una película nace la famosísima escena de la cabeza de caballo cortada en la cama del productor. Pues bien, sin contar con el detalle del caballo, esta historia está inspirada realmente en Frank Sinatra y su relación con la mafia, siendo un habitual en comidas y celebraciones de las familias y contando con su apoyo.
En definitiva, nada es imposible de defender siempre que cuente con una buena historia.