Vivimos en un mundo donde poco nos aburrimos, la distracción la tenemos en el bolsillo y, sin duda, sufrimos de poca imaginación, mucho entretenimiento dado e información mascadita.

Entonces, ¿cómo hacemos para que nuestro consumidor/cliente objetivo levante la cabeza?

El Miedo, el Enfado, la Tristeza, la Alegría y el Amor.

Estos son los 5 sentimientos básicos del ser humano y la diana de toda campaña de marketing que quiera ser relevante. A partir de aquí, podemos añadir la curiosidad, la admiración, la sorpresa, la nostalgia y la seguridad.

Estas son las únicas herramientas que pueden crear conexiones directas con nuestros consumidores y conseguir algo de atención. Unas palancas que deben servir para abrir la puerta de aquellas personas que nos interesan y entonces introducir la información o contenido que queremos promocionar.

Los sentimientos, los únicos que consiguen hacernos sentir mariposas en el estómago, encogernos el corazón, hacernos saltar, sonreír, criticar o chillar.

Intenta recordar una campaña de hace tiempo, la primera que te venga en la cabeza. ¿Qué sentimiento te despertó?

Ahora, abre el ordenador o el móvil, mira todas las campañas que te aparecen… ¿Cuántas consiguen despertarte alguno de estos 5 sentimientos básicos?

Son muchas las campañas que quieren llegar con información, impactos o saliéndose de lo normal, que utilizan las plataformas de ads para llegar a la pantalla del posible comprador,… pero pocas son las que consiguen penetrar dentro de ti y en tu recuerdo.

Tenemos tantos impactos al cabo de todo un día que solo un ápice de sentimiento puede hacer que se fijen en ti, que se hable o incluso que te compren o te usen. Creo, sinceramente, que con la excusa de impactar o las estadísticas hemos perdido el norte. Queremos grandes acciones, pero nos olvidamos de lo más importante.

Y una vez lo hayamos conseguido, será el momento del verdadero protagonista: el producto o servicio. Este debe ser bueno, bien explicado y presentado. Si lo hemos hecho bien, con el tiempo la acción inicial se olvidará y solo quedará un vago recuerdo que algo pasó y un fuerte vínculo o recuerdo entre la marca y el consumidor.