La crisis del coronavirus ha provocado muchos daños colaterales  que afectan a muchos grupos de la población. Los más jóvenes sienten que están perdiendo un año, los más mayores que están dejando de vivir los que podrían ser sus últimos años y, en general, la población empieza a dar muestras de agotamiento y de efectos directos sobre la salud mental.

Al restringir los compromisos sociales, las actividades recreativas y los viajes, la pandemia ha obligado a muchas personas a vivir una vida más tranquila, sin las distracciones que solían tener en la monotonía de la vida cotidiana. El resultado es una sensación colectiva de disgusto que está determinando qué hacemos y compramos.

Al igual que todas las emociones, el aburrimiento no solo nos brinda información para actuar, sino que también funciona como previsión. Gracias al aburrimiento, que por lo general es considera una sensación mala, tal vez estamos tomando ciertas decisiones durante la pandemia, por ejemplo, acerca de lo que compramos, para eludirlo.

El aburrimiento es un factor que afecta de una manera o de otra a nuestro día a día. En tiempos normales, al aburrimiento lo podemos combatir con una avalancha de actividades y encuentros sociales. En plena crisis del coronavirus, parece que nos hemos quedado sin nada para enfrentarnos a ello.

Con frecuencia, el aburrimiento señala que hay la sensación de que algo no tiene sentido.  Las emociones actúan como señales automáticas rápidas que responden a lo que estamos haciendo. En el caso del aburrimiento, es una forma en que el cuerpo y la mente nos advierten de que algo está mal.

Así, el boom del e-commerce tiene mucho que ver con no querer salir de casa y no poder o querer pisar tiendas, pero también con el aburrimiento. Nos aburrimos en casa, así que acabamos echando un vistazo a qué hay en las tiendas online, con la opción final de la compra.

Pero también el aburrimiento explica muchas de las modas que se han puesto en el epicentro de las tendencias de consumo durante la pandemia. El Times lista los puzles, los videojuegos o las bebidas alcohólicas. Todos son productos que llenan nuestro tiempo de una manera más o menos (el último caso) saludable.

Como pasamos más tiempo en casa y queremos llenarla de experiencias, igualmente nos estamos gastando más dinero en cosas para el hogar, convirtiéndolo en el epicentro de esas vivencias.

 

Miquel Sellarès