Durante muchos años la tendencia general nos ha conducido a valorar a las personas por sus conocimientos y su cociente intelectual, anulando por completo la implicación de las emociones. Hemos aprendido que una vida exitosa se consigue a través del desarrollo profesional después de pasar muchos años aprendiendo en una aula. A menudo incluso la implicación de las emociones parecían ser un tropiezo hacia el éxito y sentir con exceso se convertía en un error que podía hacer flaquear tu objetivo final.
Por suerte, la evolución marca ahora una importante tendencia hacia el valor de la inteligencia emocional en todos los ámbitos y las personas que la desarrollan empiezan a tener un altísimo valor.
Empecemos por el principio, ¿qué es la inteligencia emocional?
La IE es la capacidad de las personas de entender las emociones, tanto propias como ajenas y de actuar en función a estas. Las personas con un dominio de su faceta emocional mucho más desarrollada muestran un nivel de empatía superior que les permite no solo conocer y gestionar mejor sus emociones, sino también mantener relaciones sociales más sanas.
Es importante entender que las emociones juegan un papel vital en nuestro día a día y que son muchas las ocasiones en que estas influyen decisivamente en nuestra vida, nos demos cuenta de ello o no.
La inteligencia emocional y el mundo laboral
Parece que el mundo laboral también quiere sumarse a esta nueva tendencia y las empresas empiezan a adaptar sus procesos de selección de personal para dejar de basarse únicamente en los conocimientos técnicos y la experiencia laboral y dar paso a otros aspectos como las habilidades interpersonales y la gestión de las emociones.
Las personas con una IE alta comprenden mejor a los demás, se adaptan mejor y gestionan mejor la tensión. Con estas habilidades puede que evitemos que los conflictos crezcan dentro del equipo y que nuestros trabajadores caigan en la desmotivación mientras que por otro lado es posible que consigamos mejores resultados en momentos de trabajo bajo presión. En cambio, un trabajador que no controle y no se haga responsable de sus emociones puede provocar importantes conflictos que generen un ambiente de trabajo inadecuado, una desmotivación pronta por sus obligaciones laborales, malas conductas o que en el peor de los casos no podamos contar con ese trabajador en momentos de máxima exigencia.
Según Daniel Goleman, psicólogo, periodista y escritor estadounidense, autor del libro “Emotional Intelligence” en 1995, “Se contrata a los directores por su intelecto y su pericia empresarial y se los despide por su falta de inteligencia emocional”. Si la IE es importante para todos los trabajadores, para un líder mucho más. Un líder debe tener la capacidad de ser empático con sus trabajadores, de entender rápidamente cómo se están sintiendo y adaptarse a ellos para reconducir la situación. Debe saber adaptar su comunicación a la persona a la que se dirige pensando en cuál es la relación de este con sus propias emociones. La IE de un buen líder puede hacer funcionar o fracasar un equipo entero.
Por desgracia la IE no es un valor que se pueda demostrar o calcular, pero sin duda, mencionar esta cualidad durante una entrevista, más allá del clásico “me gusta trabajar en equipo” puede que sea la diferencia que haga inclinar la balanza a nuestro favor.
La inteligencia emocional y el marketing
Las nuevas generaciones crecen con un sinfín de opciones de productos y servicios siempre a su disposición. Esto nos vuelve más exigentes y menos tolerantes a los contenidos superficiales, ofensivos o que ignoran el contexto social. Este hecho pone en el punto de mira las emociones, puesto que estas serán la forma de conquistar a nuestro público.
Las emociones deben formar parte de una estrategia de contenidos sólida, no bastará únicamente con conocer las aficiones de nuestro público objetivo deberemos descubrir cuáles son sus necesidades emocionales para así poder satisfacerlas y lograr crear un vínculo con los usuarios.
Es importante dar la vuelta a nuestro marketing y en lugar de pensar en lo que queremos compartir, centrarnos en cómo lo va a interpretar la persona que lo reciba. Las marcas que han sabido posicionarse y cautivar al consumidor son aquellas que han despertado una sensación en ellos, aunque pueda parecernos un acto totalmente racional siempre hay emoción detrás de toda compra.
Es por este motivo, aunque no conozcan el marketing emocional, que muchas marcas alcanzan el éxito humanizando su contenido y mostrándose en sus redes sociales (como lo hacen los influencers) porque los usuarios pueden empatizar y emocionarse con ellos, porque absolutamente todos nosotros somos seres emocionales.
Si aún no lo haces, empieza a prestar atención a tus emociones y a las de aquellos que te rodean, personal y profesionalmente, si el éxito forma parte de tu futuro será, entre otras cosas, porque habrás desarrollado antes tu inteligencia emocional.