Bienvenidos a la rueda “buscamos trabajador junior con al menos dos años de experiencia”, no hace tanto que yo corría en ella y me parece necesario poner sobre la mesa un par de ideas sobre el mundo laboral y cómo empezar a trabajar sin experiencia.
No todas las personas se atreven, o están preparadas, para enfrentarse al reto diario que supone enseñar a un recién graduado, y es normal, se necesita paciencia, pedagogía y sobre todo tiempo.
A menudo salimos muy poco preparados de los estudios (alguien tenía que decirlo), posiblemente tengamos la teoría más o menos clara, pero la puesta en práctica se complique más. Lo común es que no solo se complique por el hecho de saber hacer o no las tareas que dicha persona pueda tener asignadas, sino que también pueda ser difícil adaptarse a la velocidad y el clima del tenebroso mundo laboral. Entrar en él y salir victorioso también requiere de un sin fin de habilidades sociales, inteligencia emocional, conocimientos empresariales y otras, que vamos adquiriendo con el tiempo y únicamente con la experiencia.
Partiendo de este punto, ¿cómo conseguimos un trabajo digno sin tener experiencia previa? Es importante destacar el adjetivo “digno” tras la palabra “trabajo” porque como ya hemos mencionado, el mundo laboral es más bien una gincana en la que no puedes distraerte si no quieres terminar hundido en el barro y en este periodo de tiempo entre el “tú, recién salido de la universidad” y el “tú, con experiencia” van a intentar que trabajes a cualquier precio, nunca mejor expresado.
En primer lugar, y lo más importante, hay que decir verdades y sin disfrazarlas. Es común entrar en LinkedIn y ver que todo el mundo tiene posiciones muy top en sus perfiles, CEO de tal, MANAGER de cuál, cuando en realidad estás intentando emprender tu pequeña marca la que aún, como aquel que dice, no ha conseguido ni despegar. Para mí, el error está en auto otorgarse un título empresarial con el objetivo de aspirar a posiciones por las que posiblemente no estés preparado o para conseguir ser un candidato a valorar en las vacantes.
En lugar de eso, piensa que puedes aportar tú a esa empresa y construye tu perfil en LinkedIn o tu currículum, con el objetivo de conseguir poner el foco en tus valores y no en tu experiencia. Valores que salgan de los clásicos “me gusta trabajar en equipo” y “aprendo rápido”, valores distintivos por los que puedan creer que tú eres el mejor candidato para esa vacante, quizá no tienes experiencia pero sí ilusión. Puede parecer una utopía eso de que te contraten por la ilusión, evidentemente es mucho más complejo que eso, sin embargo, quizá si eres una persona con inquietudes que demuestra su compromiso con el entorno, tengas más posibilidades.
Erróneamente, solemos pensar unilateralmente qué nos ofrece una empresa a nosotros: horario, vacaciones o sueldo; cuando es igual o hasta más importante tener muy claro el qué podemos ofrecer nosotros a ellos, solo de este modo vamos a poder definir nuestro valor y empezar a buscar un trabajo en el que encajemos.
Benditos genios aquellos que invierten su tiempo y esfuerzo en dar esas primeras oportunidades, no es nada fácil, sin embargo, nunca se sabe cuando puedes estar contratando la persona que va a hacer despegar tu empresa hasta otro planeta.
Si has llegado hasta aquí, gracias por leer esta entrada en el blog de Marficom, yo soy Marta (@bymartamarin) y estaría más que encantada de descubrir tus aventuras en el mundo laboral.
P.D.: Por cierto, nadie necesita saber dónde cursaste parvulario, ni tu dirección postal o fecha exacta de cumpleaños, pero quizá sí sea interesante saber cuál fue tu papel en ese voluntariado o tus habilidades artísticas… revisa tu currículum antes de volverlo a enviar.