El mundo de las artes y la cultura es uno de los sectores que actualmente saca más partido de Internet y las redes sociales. Los casos de Justin Bieber, Ed Sheeran, Pablo Alborán o Beli Basarte con sus canales de Youtube son un ejemplo claro del impacto positivo de las redes sociales en la carrera de algunos artistas del panorama nacional e internacional. Pero no siempre ha sido así. En el caso de la música, la aparición del formato .mp3 abrió la veda a su distribución masiva en la red, favoreciendo rápidamente la gran temida y enemiga del sector: la piratería. ¿Os suena?

El surgimiento de programas como Napster, eDonkey, eMule, Ares o uTorrent, plataformas P2P que permitían compartir todo tipo de archivos entre varios ordenadores, deleitaron a los usuarios ávidos por consumir el mayor número de música a cero coste. La facilidad de la copia digital en el mundo de la música hizo que artistas y discográficas se replantearan su posición en la cadena de valor. La primera reacción a ese replanteamiento fue la aparición de la red social Myspace en 2003, a través de la cual los músicos empezaron a promocionar su propia música. Grupos como Arctic Monkeys o cantantes como Lily Allen o Mika saltaron a la fama gracias al éxito de sus canciones en Myspace. La red social dió a los artistas más oportunidades para darse a conocer y crear, de esta forma, una comunidad de seguidores. También en 2003, Apple desarrolló iTunes, el reproductor de medios que hoy en día se erige como una de las principales plataformas de contenido multimedia.

Más tarde llegaron Facebook (2004), Youtube (2005), Twitter (2006), Soundcloud (2007) y Spotify (2008). Todas estas redes permiten conectar a usuarios de todo el mundo, relacionarse y compartir todo tipo de contenido de una forma rápida y sencilla. Gracias a las redes sociales, los artistas tienen acceso directo a su comunidad de seguidores, sin intermediarios, lo que ha permitido establecer vínculos emocionales. Algunos artistas hasta han consultado con sus seguidores la elección de la portada de uno de sus álbumes.

Actualmente, los internautas tienen a su alcance una gran variedad de música a un solo clic a un coste al alcance de todos los bolsillos. Y es que la industria musical ha sabido aprovecharse de las redes a su beneficio, sin quitar a los usuarios la posibilidad de consumir música de forma gratuita. ¿Cómo? Con la publicidad, por ejemplo. Spotify es el gran pionero de este método, y el tiempo ha demostrado que funciona. Este lunes, la red social anunciaba en su página que llega al tercer cuatrimestre de 2019 con más de 248 millones de usuarios mensuales, lo que supone un aumento del 30%. Otro dato importante es el estudio Global Online Piracy publicado en julio de 2018 por la Universidad de Ámsterdam, que confirmaba que la piratería en Internet ha caído en los últimos años.

Sin duda, la industria musical ha sabido aprovecharse y adaptarse a Internet y las nuevas tecnologías, y los datos lo demuestran. Además, tal y como comentábamos al principio, ha permitido a jóvenes artistas darse a conocer en un mundo donde la información circula casi a la velocidad de la luz. Quien sabe cuál será el futuro de la música en Internet, lo que sí sabemos es que los usuarios siguen pagando por escuchar sus temas favoritos. Así que, ¡larga vida a la música! y al Rock ‘N’ Roll, por supuesto.