[dropcaps]El 30 de octubre de 1938 el productor y guionista Orson Welles adaptó a la radio la novela de ciencia ficción La guerra de los mundos escrita por H.G. Wells. La idea consistía en [textmarker color=»C24000″ type=»text color»]narrar a tiempo real una invasión extraterrestre[/textmarker] en las ciudades de Nueva York y Nueva Jersey. Saltaron todas las alarmas y cundió el pánico durante la emisión, hasta que el propio Orson Welles cerró la emisión con estas palabras:[/dropcaps]
“Hasta la vista a todo el mundo y recuerden, por favor, durante un día o algo así, la lección terrible que aprendieron esta noche. Ese invasor globular, reluciente, que apareció haciendo muecas en las salas de sus casas, es sólo un habitante de la imaginación; y, si llega a sonar el timbre de su puerta y no ven a nadie allí, no crean que fue un marciano… fue el genio travieso que aparece la víspera de Todos los Santos”
Si nos situamos 86 años atrás y nos adaptamos al contexto de la época, entendemos [textmarker color=»C24000″ type=»text color»]el poder que tenían en ese tiempo los medios de comunicación[/textmarker] y comprendemos la histeria del momento. Una situación que difícilmente podría repetirse a día de hoy, con tanta información y sobre todo con las nuevas tecnologías y las famosas redes sociales.
Pues un pequeño genio llamado Jordi Évole lo ha logrado. El domingo 23 de febrero, aprovechando que se cumplían 33 años del intento de golpe de Estado de Tejero, emitió un documental en La Sexta llamado “Operación Palace” en el que pretendía el mismo efecto que había logrado Orson Welles 86 años antes: [textmarker color=»C24000″ type=»text color»]demostrar el poder de los medios y lo frágiles que somos ante ellos[/textmarker].
Evidentemente hay muchas diferencias. Para empezar Welles lo narraba en tiempo real, mientras Évole se basaba en hechos de hacía tres décadas. Pero lo realmente admirable del equipo de “Salvados” es lograr crear una historia y que la gente la dé por buena sin tan siquiera dudar de la veracidad de la misma. Rápidamente las redes sociales se llenaron de comentarios, sobre todo Twitter, donde famosos periodistas y políticos se precipitaron a dar su opinión para quedar retratados instantes después cuando Jordi Évole descubría que todo era una invención:
“Sé que en este momento habrá espectadores que estarán contentos con lo que han visto porque se lo han pasado bien y otros que se sentirán engañados y me querrán matar. Como mínimo nosotros hemos reconocido que era mentira lo que hemos contado y que seguramente otras veces les habrán contado mentiras y nadie se lo ha dicho”
Y es que igual que en 1938 se pidió la cabeza de Orson Welles, también en 2014 se ha criticado duramente la ética periodística de Jordi Évole. Si repasamos artículos que se escribieron cuando se celebró el 75 aniversario de la emisión radiofónica de la Guerra de los Mundos, todos hacen especial hincapié en que sería imposible que eso sucediera a día de hoy. Pues no, Évole y su equipo lo han logrado.
En lugar de criticar, [textmarker color=»C24000″ type=»text color»]siempre es bueno aprender[/textmarker]. Los usuarios pueden actuar como quieran con sus redes sociales. Pero los cargos públicos e institucionales (políticos, periodistas, analistas, etc.) deben tener mucho cuidado en cómo utilizar las redes sociales. Tienen la obligación de filtrar, de contrastar, de ofrecer el punto diferencial. Porque[textmarker color=»C24000″ type=»text color»] Twitter te da la noticia[/textmarker], pero luego, [textmarker color=»C24000″ type=»text color»]el periodista te informa[/textmarker].