A los periodistas nos gustan las novedades y odiamos las rutinas y los temas cíclicos. Cuando aparece una noticia que nos saca del tedio habitual nos cogemos a ella como un salvavidas. Y cuando esta noticia que nos ha ‘alegrado’ el trabajo durante unos días o semanas se convierte en repetitiva porque dura muchos días sin novedades importantes, estamos deseando que aparezca otro breaking news que renueve las portadas de los periódicos, y los titulares de los informativos de radio y televisión.

Esta manera de trabajar, que en cierta manera se puede aplicar casi a cualquier profesión –las novedades nos hacen estar más atentos y nos sacan de la rutina–, en el caso del periodismo tiene unas derivadas indirectas involuntarias –o eso quiero pensar– que pueden provocar alarmas innecesarias.

Como podéis imaginar, hoy escribo este post pensando en el coronavirus, pero esta reflexión periodística podría valer para muchos otros momentos –‘no importa cuando leas esto’–. Los médicos expertos en epidemiología hace tiempo que intentan rebajar el estado de alarma que ha provocado el coronavirus, pero no lo consiguen porque los medios de comunicación están contagiando el miedo de manera exponencial. Si veis las portadas de los periódicos y veis la televisión nadie diría que están hablando de un virus, muy contagioso, eso sí, que tiene un índice de mortalidad del 2%, igual o menor que la gripe estacional, de la cual este invierno, solo en Cataluña, ya han muerto 41 personas. ¿Lo sabía? No, ¿verdad?. Hay más gente muriéndose hoy en el mundo de otras enfermedades contagiosas que del coronavirus, y no les estamos haciendo caso porque siempre están ahí. Es decir, no son una novedad periodística.

Pero por ese factor de la novedad, hemos hablado tanto del coronavirus desde los medios que ahora ya todo el mundo habla de esto y estos mismos medios no pueden bajar de la rueda porque la gente lo reclama. Y una vez llegados a este punto, a los periodistas nos cuesta desmarcarnos de los temas de los cuales toda la gente y toda la competencia está hablando. ¿Quién es el periodista que se atrevería hoy a no hablar del coronavirus? Yo mismo lo estoy haciendo ahora…

El Cuarto Poder tiene el poder –valga la redundancia– de crear realidades distorsionadas. Y no hablo de mentir: no es mentira que hayan muerto más de 2.500 personas en la Wuhan; no es mentira que haya 7 muertos en Italia. Pero sin proporción y perspectiva, si solo hablamos del coronavirus y no de otras enfermedades víricas de las que se muere mucha gente también hoy, los lectores/oyentes piensan que el coronavirus es como el ébola va a exterminar a la raza humana en cuestión de semanas. Pero cuando parecía que los expertos empezaban a ganar la partida, la GSMA decidió suspender el Mobile World Congress en Barcelona –se tenía que celebrar esta semana– por culpa del pánico de los directivos de las empresas, y los expertos fueron desbordados de nuevo.

Y con esta reflexión no le quiero quitar importancia al coronavirus, que la tiene, porque más de 2.500 muertos no son para tomarlos a broma, pero hay que saber poner las cosas en su justa medida. Y como los periodistas no sabemos de todo, y menos de medicina y epidemiología, habría que escuchar más a los expertos.

Cuando la OMS decretó que el coronavirus había llegado a la categoría de epidemia, se desató la locura periodística. Y ahora que se habla que estamos a las puertas de la pandemia, más leña a la hoguera. Pero pandemia y epidemia son términos médicos técnicos que no están relacionados con la peligrosidad ni la mortalidad de las enfermedades, pero fuera de contexto asustan. El cine no ha ayudado a normalizar estas palabras.

  • Endemia: Es una enfermedad que se presenta con regularidad en ciertas regiones. Es más alta que en otras regiones, pero no aumenta con el tiempo. Durante un cierto lapso, el número de personas que se enferman regularmente es casi el mismo.
  • Epidemia: Cuando el número de enfermedades en una región determinada supera el nivel promedio normal (endémico). Si los casos de enfermedad son limitados localmente, se suele denominar brote. Una epidemia se produce, por ejemplo, cuando la virulencia de un determinado patógeno cambia: un virus muta y se vuelve más contagioso.
  • Pandemia: Cuando una enfermedad se propaga no solo a nivel regional sino también entre países y continentes. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las pandemias suelen estar causadas por patógenos o tipos de virus de reciente aparición.

De ahí que la OMS haya acuñado un nuevo término que seguro que hará fortuna: infodemia. Se trata de la
difusión rápida de rumores y información inexacta con relación a una dolencia infecciosa o un problema de salud pública, paralelamente a su propagación o evolución.

Y de vuelta al principio del post, cuando las palabras pandemia y epidemia llegan a una redacción periodística son un caramelo demasiado sabroso para dejarlo como cuarta noticia del día fuera de los titulares. Y llegará un día que un contagio por coronavirus dejará de ser noticia porque ya llevaremos diez titulares iguales en una semana –aunque el primero sea tan importante como el último– y pensaremos que el virus estará remitiendo. Y a la mañana siguiente la agencia Reuters escupirá un teletipo con una noticia que incluya una palabra nueva impactante que nos sacará del tedio del coronavirus.