Habréis oído estos días la amenaza, aunque luego desmentida para rebajar la tensión, del grupo Meta para que sus redes sociales abandonen Europa. Todo por culpa de una sentencia del parlamento europeo que prohíbe utilizar a Facebook el Privacy Shield. Es decir, un acuerdo mediante el cual Meta puede guardar los datos en servidores de Estados Unidos donde la ley de protección de datos es mucho menos agresiva que la europea.
Resumiendo a grandes rasgos, hay tres grandes maneras de operar con los datos de los usuarios ahora mismo en el mundo:
A la americana: los datos pertenecen al mercado. Las empresas pueden utilizarlos según crean ya que los usuarios los ceden a cambio de utilizar sus plataformas. Intereses, gustos, preferencias… que luego otras empresas pueden utilizar a nivel no solo comercial, sino también político o ideológico.
A la asiática: los datos pertenecen al gobierno. Ellos lo controlan todo y se enteran de todo. Por eso en China por ejemplo, tienen sus propias redes sociales y están prohibidas las que no controla el gobierno.
A la europea: los datos pertenecen a los usuarios. Ellos son los que deciden qué datos pueden compartir a otras empresas y organismos, si es que quieren que se compartan.
Entre estas tres opciones, podríamos decir que claramente Europa es la que más se preocupa por sus usuarios, por sus ciudadanos y la mejor de todas. Pero, como todo en la vida, tiene gato encerrado. Europa no tiene redes sociales. No hay ninguna red social de este nivel que sea de una empresa europea. Es decir. Los gobiernos europeos no pueden controlar ningún dato, por lo tanto, no tienen nada a ganar o a perder. Es más, cuando Europa ha podido, ha querido controlar todos los datos, y diría que más al modo asiático que al americano. Me refiero a la famosa aplicación del RADAR COVID que fue un fracaso porque no quedó nada claro qué hacía Europa con los dados personales y de salud de los usuarios de esta aplicación.
El otro día escuchaba al experto Genís Roca en la radio hablar de este tema e hizo una reflexión muy interesante. Esto va a acabar legislándose y poniéndose todo a su sitio, pero necesita tiempo. Las leyes siempre van por detrás de los hechos. Ponía el ejemplo de la revolución industrial. Cuando empezaron las fábricas y la gente pasaba del campo a las ciudades, trabajaban niños, eran jornadas de 12 o 15 horas, no había derechos de los trabajadores, ni despidos, ni bajas… Y todo eso se tuvo que ir legislando y mejorando poco a poco. De hecho, hay cosas que todavía estamos mejorando.
Lo mismo está pasando con el mundo de los datos. Y las redes sociales en general. Esto hay que acotarlo, legislarlo y ponerlo en orden. Pero eso no quiere decir que las redes sociales sean malas o que sea perjudicial compartir alguno de nuestros datos. Me parece genial que si yo tengo carnet de coche me anuncien un coche, pero si no lo tengo, no hace falta recibir ese impacto. Pero lo que no quiero es que si saben que soy de izquierdas me pongan anuncios con noticias falsas (fake news) para coger mal concepto del partido que pensaba votar y me condicionen a cambiar el voto.
Como todo en la vida, el término medio es la mejor virtud, también con las redes sociales y con el uso que hacen de nuestros datos. Pero necesitamos paciencia y tiempo. Y a seguir luchando y peleando por un mundo justo también a nivel de datos personales.