Estamos en el mes de enero y todo el mundo hace propósitos (o no, ¿eh Carles?). Pues uno de los que todos deberíamos tener en mente es el de colaborar a alejar el odio de las redes sociales. La pandemia ha incrementado la tensión en el ambiente y se refleja en cómo nos comunicamos, así que debemos ayudar a hacer de las redes un lugar más confortable.
Tenemos señales de alerta desde diferentes frentes. La UNESCO por ejemplo advirtió el pasado verano del aumento de los discursos de odio, con el acento puesto en las redes sociales y en el incremento experimentado a partir de la aparición de los confinamientos y de otras medidas derivadas la pandemia. O el mal reiterado que es la violencia de género, que también se traslada a internet. Los estudios muestran que el 52% de las mujeres y niñas han sufrido abusos en línea, desde insultos y amenazas, pasando por el acoso o recibir imágenes sin consentimiento en lo que la ONU define como ciberviolencia de género: “aquella que se comete y expande a través de medios digitales como redes sociales, correo electrónico o aplicaciones de mensajería móvil y que causa daños a la dignidad, la integridad y/o seguridad de las víctimas.” O para citar un tercer ejemplo y en la misma línea, ver que Twitter reportó que en 2020 las cuentas suspendidas por fomentar el odio crecieron más del 70% respecto al año anterior.
El aumento de los discursos de odio y el machismo en internet es una tendencia que desgraciadamente no da tregua ni desciende. Asistimos a una lluvia constante de pequeños y grandes escándalos. O linchamientos online. Plataformas como Facebook o Youtube han acabado reconociendo que su algoritmo favorecía las posiciones más radicales, aunque los discursos estuvieran alejados de la verdad o de la educación. O cómo olvidar las críticas internas y el paso adelante de extrabajadores como Frances Haugen, que denunció ante las autoridades británicas cómo Facebook “indiscutiblemente está empeorando el odio» al alimentar el extremismo y sin ningún aliciente para evitar o perseguir el contenido dañino. El debate es permanente y ante esto podemos preguntarnos: ¿qué podemos hacer? Pues cada pequeño paso será positivo. Si tienes una empresa con perfiles en las redes controla que los comentarios no ayuden a caldear el ambiente y que tu contenido no contribuya a la polarización, aunque hacerlo comporte menos interacciones o visualizaciones. Y no es un tema que se limite al mundo laboral o empresarial, ya que también debes aplicarlo a tus perfiles individuales e incluso a tu día a día, a esos chistes, noticias y comentarios que recibimos a través de la mensajería móvil o los DM de amigos, familiares o conocidos, con tics machistas, racistas o similares. Entre todos, alejemos el odio de las redes sociales.